El costo de vida en Comodoro marca la cancha para Río Mayo
Un reciente informe del Observatorio de Economía de los Recursos Naturales de la Patagonia Sur encendió nuevamente las alarmas sobre el costo de vida en Comodoro Rivadavia y Rada Tilly, ciudades de referencia para toda la región.
Los datos son contundentes: en agosto de 2025, una familia tipo necesitó $1.516.341 mensuales para no ser pobre, mientras que el ingreso para considerarse clase media comienza en $2.274.512 y se extiende hasta más de $6 millones. Por debajo de esos niveles, los hogares quedan atrapados en situaciones de vulnerabilidad o pobreza, con serias dificultades para cubrir la Canasta Básica Total (CBT).
Dependencia directa de Río Mayo
Aunque Río Mayo no cuenta con estadísticas propias, su realidad económica está íntimamente ligada a la de Comodoro Rivadavia. La mayor parte del abastecimiento comercial —desde alimentos, insumos básicos y hasta materiales de construcción— llega desde la ciudad petrolera. Esto significa que cada variación en los precios de las góndolas comodorenses se traslada casi sin escalas a los bolsillos de las familias riomayenses.
El encarecimiento de la Canasta Básica Alimentaria (CBA), que en Comodoro trepó a $679.973 mensuales, impacta de lleno en los pequeños comercios y supermercados de Río Mayo, donde la reposición depende de mayoristas y proveedores radicados en esa ciudad. Incluso la logística, atravesada por los costos del combustible y el transporte, multiplica el efecto inflacionario en los estantes locales.
Una clase media “frágil”
El informe también advierte que buena parte de los asalariados formales de Chubut se ubican en el límite entre la pobreza y la llamada “clase media frágil”. Sectores como comercio, servicios, salud o docencia apenas rondan el millón y medio de pesos, es decir, salarios que en los hechos quedan por debajo de la línea de pobreza.
Para Río Mayo, donde gran parte de la población depende de empleos municipales, provinciales y pequeños emprendimientos familiares, este panorama resulta aún más complejo. El deterioro del poder adquisitivo no solo reduce la capacidad de consumo, sino que erosiona la posibilidad de ahorro y planificación de los hogares.
Una señal de alerta para las políticas locales
La conclusión es clara: el termómetro de Comodoro no solo mide la realidad de la gran ciudad petrolera, sino que también condiciona la vida económica de su zona de influencia más directa, que se extiende hacia el sudoeste: Sarmiento, Facundo, Ricardo Rojas, Aldea Beleiro, Lago Blanco y, por supuesto, Río Mayo. En estas localidades, la mayor parte del abastecimiento comercial depende de Comodoro, por lo que cada aumento de precios repercute de inmediato en los hogares.
En el caso de Alto Río Senguer, la provisión se divide con Esquel, donde los valores suelen estar hasta un 20% por debajo, lo que atenúa la presión inflacionaria. Río Mayo, si bien también recibe mercadería desde Esquel o incluso desde Bariloche en determinados rubros, sigue dependiendo en gran medida del mercado comodorense. Esa combinación de orígenes genera un “mix” de precios, pero el arrastre desde Comodoro sigue siendo el factor dominante que erosiona el bolsillo local.
Golpes de realidad
El informe no solo desnuda cifras: muestra golpes de realidad que nos pasan por al lado cada día y a los que, peligrosamente, nos vamos acostumbrando. Que un hogar necesite más de $200.000 por día para vivir como clase media; que la docencia, la agricultura o el comercio sigan generando trabajadores pobres aún con empleos formales; que un salario que hace tres años alcanzaba para dos canastas básicas hoy apenas compre una y media… son señales que erosionan silenciosamente nuestra vida cotidiana.
En Río Mayo, donde cada producto llega desde Comodoro y los bolsillos son más frágiles, estas cifras se vuelven aún más duras. No podemos naturalizar que la supervivencia diaria se transforme en el único horizonte: esa resignación es la que, sin darnos cuenta, va desgastando la dignidad de toda una comunidad.