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El equilibrio que votó Río Mayo

El electorado diseñó un Concejo plural mediante el método D’Hondt, pero a siete meses de asumir, el acuerdo del intendente Gustavo Loyaute con el gobernador Ignacio Torres quebró ese mandato: de un 4–2–1 se pasó a un 6–1 que redujo a la oposición a un rol testimonial, dejó funcionarios huérfanos y sembró sospechas entre propios y extraños.

El electorado de Río Mayo habló con claridad en las últimas elecciones. El intendente se definió por mayoría: ganó quien obtuvo más votos, sin reparto proporcional. En cambio, en el Concejo Deliberante rigió el método D’Hondt, que distribuye las bancas en forma proporcional según los votos. Así quedó un reparto de 4 concejales para el Frente Renovador, 2 para la UCR y 1 para el PJ. Ese 4–2–1 era la manera en que la comunidad expresó su voluntad de combinar gobernabilidad con control, oficialismo con oposición, para que ninguna mayoría automática pudiera imponerse sin debate.

Para entender todo esto hay que hacer un recorrido por la vida política del actual intendente. Antes de ser concejal titular, muchos vecinos lo recuerdan como candidato a concejal por el PACH, en un acuerdo programático con la UCR. Luego ocupó una banca en el Concejo desde un espacio de extracción peronista, aunque sin gran brillo: en marzo de 2023 llegó a declarar en un medio local que su desempeño había sido “muy pobre” y que pensaba retirarse de la política. Sin embargo, pocos meses después, pasó de esa renuncia implícita a convertirse en candidato a intendente, capitalizando el aparato político que había quedado de pie y usando al Frente Renovador como vehículo para sortear las internas del PJ.

Su armado incluyó a sectores del justicialismo que no habían participado de la interna, y con esos acuerdos preelectorales terminó de consolidar la victoria. En campaña, se apoyó en la figura de Sergio Massa a nivel nacional y, en el plano provincial, trabajó abiertamente por Juan Pablo Luque, candidato a gobernador de Arriba Chubut. La lectura de sus votantes era clara: se trataba de un proyecto político con raíz peronista.

Pero el 5 de julio de 2025, apenas siete meses después de asumir, Gustavo Loyaute firmó un acuerdo político e institucional con Ignacio Torres, el mismo dirigente al que había enfrentado en las urnas. El pacto, que incluyó un acto partidario, no fue solo para asegurar recursos en un contexto de ahogo financiero: también lo encolumnó con el oficialismo provincial de PRO–UCR. Así, lo que las urnas habían equilibrado en un 4–2–1 pasó a convertirse en un 6 a 1 dentro del Concejo Deliberante. La oposición quedó reducida a un rol meramente testimonial.

Ese giro generó además una consecuencia inmediata: la fractura dentro de su propio gabinete. Funcionarios de primera línea que habían llegado con base justicialista quedaron huérfanos de conducción política. Hoy, varios de ellos trabajan abiertamente para la campaña de Arriba Chubut y la candidatura a diputado nacional de Juan Pablo Luque, mientras el intendente se alinea con Torres y la candidatura de Ana Clara Romero.

Esto plantea sospechas entre propios y extraños. Porque parece un huevo en cada canasta: el intendente se muestra con Torres, pero mantiene en su equipo a funcionarios que trabajan para Luque. Y, al mismo tiempo, dentro de Despierta Chubut, los referentes locales todavía esperan que Loyaute se pliegue con decisión al trabajo en equipo. Esa ambigüedad mina la confianza y genera recelos tanto en la base que lo llevó a la intendencia como en el espacio político al que ahora dice pertenecer.

Para muchos vecinos, esto no sorprende. El apellido Loyaute siempre estuvo más ligado al radicalismo que al peronismo, cuando la política local se dividía en dos grandes vertientes. En ese sentido, el presente puede leerse como un retorno a esa raíz histórica: como el agua que siempre encuentra su curso, el río vuelve a su cauce.

Pero el problema es más profundo. No se trata solo de números, ni de raíces familiares. Se trata de representación democrática. Los vecinos votaron un equilibrio garantizado por el método D’Hondt, eligieron pluralidad para evitar los vicios de las mayorías automáticas, y hoy se encuentran con hegemonía. Votaron un proyecto peronista-renovador y hoy ven a su intendente encolumnado con el PRO–UCR. Votaron un esquema de voces múltiples y hoy quedan con una sola voz dominante.

En definitiva, el método D’Hondt buscó reflejar el mandato popular con un Concejo equilibrado. Pero el acuerdo político de Gustavo Loyaute con el gobernador alteró esa representación. Hoy Río Mayo ya no tiene equilibrio: está bajo una mayoría automática, donde la gobernabilidad está asegurada, pero al precio de borrar el contrapeso democrático que las urnas habían querido garantizar.

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