Nacho Torres y el arte de gobernar como candidato
Nacho Torres gobierna como candidato y no como gobernador: promete obras que no puede financiar, disciplina intendentes con municipios paralelos, arma un gobierno en Comodoro a espaldas de su intendente, se muestra como socio de Milei cuando le conviene y luego se despega de sus crisis, todo mientras los estatales cobran sueldos de hambre. Ahora sueña con sentarse en la mesa nacional de 2027, pero lo hace con recursos provinciales y una pauta escandalosa que hasta paga para borrar notas. Puro marketing, puro escándalo, nada de gestión.
El humo de los anuncios
El gobernador Ignacio Torres volvió a ocupar los titulares con el anuncio de la repavimentación de 42 kilómetros de la Ruta 40 entre Facundo y Los Tamariscos, con un presupuesto de más de 17 mil millones de pesos y bajo el eslogan de “fondos provinciales”. Un titular atractivo, un número impactante, y una puesta en escena que huele más a propaganda que a gestión. Detrás del anuncio, sin embargo, se esconde un juego político de manual: Chubut asume con recursos propios la responsabilidad de una ruta nacional, mientras el gobierno se ampara en un mecanismo de compensación de deuda con Nación. En los hechos, la provincia paga lo que le corresponde al Estado federal y lo descuenta como si fuese una deuda saldada.
El problema es que Chubut se declaró en emergencia económica porque, según el propio gobierno, no hay plata para sostener salarios ni servicios básicos. Entonces, ¿de dónde salen los miles de millones para esta obra? La respuesta es simple: no salen. No existe un financiamiento real, sino un anuncio preelectoral que le permite al gobernador quedarse con el capital político del titular. Es humo, un engaña pichanga que transforma la desesperación financiera de la provincia en escenografía de campaña. Si no hay pan, que haya circo.
La campaña de Ana Clara Romero
El anuncio, con fecha de licitación recién después de las elecciones de medio término, es un botón de muestra de la estrategia electoral del gobernador. En un escenario financiero marcado por déficits y deudas, se multiplican promesas millonarias que no despejan dudas sino que las incrementan. Torres se metió de lleno en la campaña de Ana Clara Romero, una dirigente de la que incluso dentro de Chubut se duda que tenga peso propio. Lo poco que la conocían se desgastó todavía más con sus votos y abstenciones en la Cámara de Diputados, donde acompañó leyes de Milei que impactaron negativamente en la provincia. Particularmente, los jubilados no le perdonan su voto en contra, un golpe directo a un sector sensible y numeroso que difícilmente olvida. Para compensar ese costo político, la Gobernación despliega todo el aparato de comunicación estatal en torno a su figura: conferencias de prensa, redes sociales oficiales, pauta y publicidad. Una campaña encubierta financiada con recursos públicos que intenta blindar a una candidata debilitada bajo el paraguas de la obra pública.
Torres, Villarruel y el quilombo de los audios
La jugada tampoco fue inocente cuando la vicepresidenta Victoria Villarruel visitó Río Mayo y Comodoro en pleno 90° aniversario. Torres buscó mostrarse a su lado justo en la semana en que el gobierno nacional atravesaba su peor crisis. Fue un coqueteo político calculado: aprovechar la debilidad de Milei para mostrarse como garante de estabilidad en la provincia y reforzar su propio poder de negociación. Pero además, el gesto tuvo otra lectura: Villarruel y Torres intentaron despegarse juntos del quilombo de los audios, que en esos días comprometía seriamente a Nación y al propio clima político en Chubut. Lo paradójico es que Nacho Torres es, en los hechos, Milei y sus políticas: acompañó cada una de las iniciativas libertarias con los votos de sus diputados y senadores nacionales, incluso aquellas que golpearon de lleno a la economía de los chubutenses. Ahora, cuando ve al presidente envuelto en dramas y en caída de imagen, busca tomar distancia, aunque ya quedó marcado como su socio político en los momentos decisivos.
Municipios paralelos: disciplinamiento a intendentes
En paralelo, el gobernador despliega un juego de disciplinamiento hacia los intendentes. A quienes aceptaron sumarse a su frente político, los sienta en la misma mesa junto a referentes del PRO, incluso a jefes comunales que llegaron por otros partidos. Por citar algunos: Río Mayo, Senguer, Lago Blanco o Sarmiento, cuyos mandatarios obtuvieron sus cargos con otras banderas y ahora, por este acuerdo, son obligados a sentarse con el PRO, destrozando así la política local y concentrando Torres su propio poder. Lo hace sin importar nada más que ampliar su poderío, valiéndose de estos tiempos de crisis económica y de un adoctrinamiento que degrada la vida democrática en los municipios. A quienes no se plegaron, les aplicó el castigo: inaugurar obras provinciales sin invitarlos, como si existiera un municipio paralelo que funciona al margen de la representación institucional local. Así, muchos intendentes terminan como un caballo en la azotea: en un lugar incómodo, que no eligieron realmente, puestos a la fuerza y sin saber cómo bajarse. Una imagen grotesca de la política chubutense, donde la autonomía municipal queda desdibujada en función del capricho del gobernador.
Ese disciplinamiento tiene además una finalidad extra: exhibirse en Buenos Aires y ante el poder nacional como un gobernador fuerte, capaz de marcar territorio y someter a la tropa. Mostrar orden, aunque sea de papel. Porque en el fondo, los intendentes se quedan con promesas y anuncios vacíos, igual que ocurrió con Milei, que los arrastró a apoyar la Ley Bases y luego los dejó librados a su suerte. Torres repite la fórmula: mucho ruido, mucho acting de rebeldía, y al final un alineamiento dócil. No hay que olvidar que fue el mismo gobernador que amenazó con cortar el gas al país, un gesto calculado para las redes sociales y los programas de chimentos políticos. Logró un par de horas de fama en la televisión nacional y, acto seguido, le votó todo al presidente. Puro escándalo, sin gestión real detrás.
Gobierno paralelo en Comodoro
En Comodoro la situación es aún más clara: el intendente Othar Maraschavilli fue uno de los que eligió no sumarse al armado político de Torres. Desde entonces, cada acto provincial en la ciudad se transforma en un desafío a su investidura. Obras como el muro de contención en el Hospital Alvear, el cerco perimetral de la Escuela N° 519 o la descarga al mar de la avenida Roca fueron presentadas con sello provincial, muchas veces de espaldas al jefe comunal. El gobernador usa esos escenarios no solo para mostrar gestión, sino también para exhibir quién tiene el verdadero control político en la ciudad. Se trata, en los hechos, de un gobierno paralelo en Comodoro, una práctica que vulnera la autonomía municipal reconocida por la Constitución y que incluso podría ser considerada un abuso de autoridad penado por ley.
Salarios de hambre y bronca social
Mientras tanto, los trabajadores estatales muestran un descontento creciente. Docentes, empleados de salud, judiciales y municipales advierten que los salarios no alcanzan y que la inflación devora cualquier aumento. Las paritarias se negocian tarde y mal, y la adhesión a la Ley de Emergencia Económica provincial solo profundizó la bronca: congeló recursos y postergó soluciones, con la amenaza latente de más endeudamiento para tapar baches. El contraste es brutal: un gobierno que promete repavimentar rutas nacionales con “fondos provinciales”, mientras sus propios empleados marchan, paran y denuncian que no pueden sostener a sus familias. El marketing de la obra pública convive con el malestar en las calles.
El espejo de Das Neves
Este juego de poder tiene, además, un espejo claro en la historia reciente. Torres, formado bajo el ala de Mario Das Neves, parece decidido a ensayar una estrategia que recuerda a la epopeya presidencial que aquel impulsó en 2011. Das Neves utilizó recursos provinciales para proyectarse nacionalmente y terminó dejando como herencia un lastre de deuda que aún pesa sobre Chubut. Con el diario del lunes, Torres intenta corregir la fórmula: primero consolidar un control férreo de la política provincial, luego tejer alianzas interprovinciales, y recién después pensar en un salto nacional.
Siempre en campaña — y armando para 2027
Algunos seguidores de su historial lo sintetizan sin rodeos: “Torres siempre estuvo en campaña”. Arrancó en el PAMI, fue candidato y diputado provincial, fue candidato y senador nacional, fue candidato y gobernador, y ahora, siendo gobernador, se pasea por otras provincias armando una especie de coalición con mandatarios locales. La última semana viajó a Corrientes para fortalecer un nuevo frente de gobernadores —el “Grito Federal”— junto a mandatarios de Córdoba, Santa Fe, Jujuy y Santa Cruz, con la mira puesta en 2027. Torres lo dejó claro: “En el 2027 podemos tener un candidato a presidente, debería ser así”. Y lo hace en una semana donde el gobierno nacional viene golpeado, aprovechando la debilidad de la Casa Rosada para mostrarse como figura emergente. Su ambición es clara: quiere estar en la mesa de discusión nacional, aún cuando en Chubut los problemas de fondo siguen sin resolverse.
Pauta inversa: pagar para callar
Y a este cuadro se suma ahora un dato que lo transparenta todo: la denuncia sobre el gasto de más de 4.000 millones de pesos en publicidad digital en apenas cinco meses, con una empresa adjudicataria que ni siquiera tenía completa la documentación societaria. El escándalo no solo es el monto, sino la práctica: la nota que lo reveló en un medio nacional fue borrada a las pocas horas. La pauta, entonces, se convierte en pauta inversa: se paga para borrar, se paga para callar. ¿Cuánto cuesta este silencio cómplice? ¿Y de esto, hay factura? En Chubut, el marketing político ya no se mide solo en anuncios de obras, sino también en la capacidad de censurar lo que incomoda. Y esa, quizás, sea la radiografía más fiel de cómo gobierna Nacho Torres: como candidato, y no como gobernador.