Sebastián Balochi: del militante justicialista al aliado táctico del gobernador Torres
De la militancia barrial en los años noventa a los acuerdos con el gobernador Ignacio “Nacho” Torres, la historia de Sebastián Ángel Balochi condensa la política chubutense: lealtades fugaces, silencios estratégicos y un pragmatismo que lo mantiene siempre cerca del poder.
Orígenes y militancia
Nacido en Sarmiento el 22 de noviembre de 1977, Sebastián Ángel Balochi creció en una familia con historia política.
Su padre fue dirigente del Movimiento de Integración y Desarrollo (MID), orientado por Arturo Frondizi y Rogelio Frigerio, lo que lo acercó desde joven al interés por la gestión pública.
En el año 2000, tras graduarse como abogado en la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), se afilió al Partido Justicialista y participó en la creación de la agrupación “Chiche Abait”, en homenaje al primer intendente justicialista de la localidad tras la dictadura.
Aquella agrupación, que convivía con la tradicional “17 de Octubre”, representó un recambio generacional dentro del peronismo sarmientino.
De concejal a intendente
En 2003, Balochi fue electo concejal, y poco después comenzó a ser reconocido como uno de los dirigentes jóvenes con proyección provincial dentro del dasnevismo, el movimiento liderado por Mario Das Neves.
En 2007, fue electo diputado provincial, cargo desde el cual consolidó su vínculo con el entonces gobernador.
Con apenas 33 años, en 2011 logró su mayor triunfo político: fue electo intendente de Sarmiento, poniendo fin a 20 años de hegemonía de Ricardo “Bataraz” Britapaja.
Su victoria simbolizó una renovación en la dirigencia local y marcó el inicio de una nueva etapa política en el sur provincial.
Los jóvenes brillantes del dasnevismo
A mediados de los 2000, tanto Sebastián Balochi como Ignacio “Nacho” Torres formaban parte de aquella generación de jóvenes cuadros dasnevistas que orbitaban alrededor de Mario Das Neves.
Compartían la ilusión de una provincia moderna, de gestión ágil y discurso cercano.
En los pasillos de Fontana 50 se los mencionaba como “los jóvenes brillantes”: Balochi desde la militancia territorial; Torres, desde la estructura provincial y la juventud partidaria.
El tiempo los llevó por caminos distintos: Torres abrazó el liberalismo y Balochi permaneció en el justicialismo.
Pero aquel origen común explica —al menos en parte— el entendimiento político actual, reeditado desde la experiencia y la conveniencia.
Del freezer al desencuentro
El inicio de su gestión coincidió con una de las etapas más agitadas del justicialismo chubutense.
Martín Buzzi, electo gobernador, rompió con Das Neves y se alineó con el kirchnerismo nacional.
Balochi, que entonces respondía al dasnevismo, fue uno de los intendentes encargados de sostener el bloque leal al exgobernador.
Antes de que Buzzi asumiera, un episodio resumió la tensión: Balochi y otros intendentes lo invitaron a un asado en Sarmiento.
Cuando el nuevo mandatario declinó asistir, Balochi dijo:
“Pero ya compramos la carne.”
Y Buzzi respondió:
“Guárdenla en el freezer.”
Con el paso del tiempo, el joven intendente rompió con Das Neves y se acercó al nuevo gobierno, convencido de que el dasnevismo era un ciclo cerrado.
La primera denuncia y el sobreseimiento
Durante una interna partidaria del PJ en 2007, Balochi fue denunciado por sustraer un libro de actas del Consejo de Localidad.
Ya electo diputado provincial, fue sobreseído el 18 de marzo de 2008 por el juez Alejandro Rosales, quien aplicó el criterio de oportunidad al no haber interés en continuar la acusación.
El episodio, judicialmente cerrado, dejó un eco político que años después volvería a aparecer en la memoria pública.
De Das Neves al kirchnerismo
En 2015, Balochi se debatió entre acompañar a su mentor Das Neves o sumarse al Frente para la Victoria (FpV), liderado por Martín Buzzi.
A días del cierre de listas, viajó a Comodoro Rivadavia, se reunió con Carlos Linares —entonces viceintendente de Néstor Di Pierro— y decidió regresar al kirchnerismo.
El dasnevismo, sorprendido, improvisó candidato (el médico Juan Villegas), y Ricardo Britapaja terminó recuperando el municipio.
Según El Extremo Sur, “Balochi dejó a Das Neves y volvió al Frente para la Victoria”, movimiento que coincidió con la visita del ministro del Interior Florencio Randazzo a la provincia.
El giro selló su ruptura definitiva con el dasnevismo y su reincorporación al kirchnerismo chubutense.
Ya más recientemente, en las elecciones provinciales de 2023, Balochi respaldó la candidatura de Juan Pablo Luque, entonces intendente de Comodoro Rivadavia y aspirante a la gobernación por el Frente de Todos, en abierta competencia con Ignacio “Nacho” Torres, quien finalmente resultó electo gobernador de Chubut.
Ese apoyo, apenas dos años antes de la actual sintonía política entre ambos, resalta la velocidad con que cambian las lealtades en el tablero provincial.
Segunda causa y desvinculación definitiva
Tras dejar el municipio, fue investigado por presuntas irregularidades administrativas en la compra de palmas de alumbrado público y la adjudicación de una escuela de artes y oficios.
El juez Jorge Novarino dictó su sobreseimiento en abril de 2019, luego de que la Fiscalía presentara la acusación fuera de término.
La causa fue archivada por extinción de la acción penal y Balochi fue desvinculado definitivamente del proceso.
El retorno, el presente y la foto del “como chanchos (en el barro)”
En 2025, la política chubutense volvió a exponer su costado más elocuente: el de los pactos que se sellan con sonrisas, frases improvisadas y un fotógrafo cerca.
Durante la visita del gobernador Ignacio “Nacho” Torres a la Sociedad Rural de Sarmiento, un acto que debía centrarse en anuncios productivos terminó derivando en una escena política que aún da que hablar.
Torres, fiel a su estilo distendido y enérgico, tomó el micrófono, buscó con la mirada al intendente Sebastián Balochi —sentado a pocos metros, entre funcionarios y vecinos—, y lanzó la frase que cambiaría el clima del acto:
“Seba… empezamos un poco a los tironeos, pero ahora estamos como chanchos (en el barro).
Él siempre me reclamaba dos cosas: que nunca hubo un diputado sarmientino…
Bueno, ya va a haber.
Y la ejecución geográfica del gasto, porque Sarmiento ya no es un pueblo.”
El comentario cayó con el peso de una declaración.
El público se rió, aplaudió, y algunos dirigentes se cruzaron miradas cómplices, intentando descifrar si lo que acababan de escuchar era una humorada o un anuncio político disfrazado.
Los productores rurales celebraron la ocurrencia; los militantes, en cambio, se miraron con desconcierto.
El gobernador había hecho lo que mejor sabe: mezclar el carisma con la estrategia.
Torres no improvisa: cada frase está calculada para dejar un mensaje.
Y ese día, el mensaje fue claro: hay entendimiento político con Balochi.
Una alianza que excede las fronteras ideológicas y responde a un pacto de conveniencia.
El primero necesita sostén territorial; el segundo, blindaje político.
Desde su asiento, Balochi sonrió sin exagerar, como quien sabe que está siendo medido por todos.
El gesto —entre el orgullo y la cautela— fue suficiente para confirmar lo que muchos ya sospechaban: el intendente justicialista se había acercado demasiado al gobernador liberal, y lo hacía sin necesidad de disimulo.
Horas más tarde, el mensaje se consolidó en una imagen.
Torres se trasladó hasta la pirámide del Boulevard Sarmiento, símbolo urbano de la localidad, donde posó junto a los candidatos locales de su frente electoral, Despierta Chubut.
La fotografía, sonriente y cuidadosamente encuadrada, circuló con rapidez por redes sociales y grupos políticos.
Para los justicialistas fue una provocación directa; para los seguidores del gobernador, una muestra de poder en territorio ajeno.
En los cafés de Sarmiento, la lectura fue inmediata:
“Torres vino, bendijo a Balochi y después dejó su sello en la vereda.”
La jugada fue redonda.
Con un acto, una frase y una foto, Torres logró capital político y territorial, mientras Balochi reforzaba su vínculo con la provincia, buscando garantizarse el control del Concejo Deliberante.
Ambos obtuvieron lo que buscaban: uno agranda su mapa, el otro asegura su base.
Detrás de este entendimiento hay un discurso compartido.
Balochi y Torres —pese a militar en espacios diferentes— han coincidido públicamente en la necesidad de mantener un “diálogo entre partidos” y colaborar más allá de las ideologías.
El intendente sostiene que “los problemas de la gente no tienen color político y Chubut está por encima de la agenda partidaria”.
Esa idea, repetida en más de una entrevista, se resume en una consigna: “Chubut primero”.
Además, Balochi ha mencionado tener con el gobernador una responsabilidad generacional, justificando el trabajo conjunto “por los chubutenses más que por los partidos”.
Porque detrás de la broma y del “como chanchos (en el barro)”, lo que se estaba tejiendo era una estrategia compartida: llevar una mayoría cómoda al Concejo que no cuestione los actos de gobierno de Balochi, quien —a esta altura del partido— acumula más detractores que aliados dentro del peronismo sarmientino.
Lo que para algunos fue un simple gesto de reconciliación política, para otros fue una postal de cómo se construye poder en Chubut: con una mano en el hombro y la otra sobre el tablero.
La reacción del peronismo local
El acercamiento con Torres dividió al justicialismo de Sarmiento.
Entre las manifestaciones públicas más visibles, un vecino afiliado al PJ, Nicolás Barrera Maliqueo, publicó en redes sociales una imagen del intendente con la palabra “Traidor”, acompañada de la frase:
“El peronismo no se arrodilla ni se entrega. Quien usa el movimiento para llegar al poder deja de ser compañero.”
La publicación, que circuló ampliamente en los grupos internos del partido, fue interpretada como una crítica directa al entendimiento político entre Balochi y el gobernador.
Río Mayo 1935 se limita a consignar esa expresión pública, en tanto hecho de relevancia política y social en el marco del debate interno justicialista.
De la agrupación “Chiche Abait” al despacho municipal; del protegido de Das Neves al aliado táctico de Torres; del denunciado al sobreseído.
Sebastián Balochi es, ante todo, un sobreviviente político.
En Sarmiento, los vientos cambian, pero la estrategia permanece: adaptarse, negociar y mantenerse en pie.
Hoy, su figura encarna a una nueva generación de dirigentes locales que han hecho del pragmatismo una forma de gobierno, integrando la creciente legión de intendentes sin domicilio político, capaces de girar con cada ciclo provincial para seguir en el tablero del poder.
Porque, en la política chubutense, el silencio —y la ubicación— también son una forma de poder.
🛈 Esta crónica reconstruye hechos de carácter público y declaraciones verificadas. No emite juicios de valor sobre las personas mencionadas, sino que ofrece una mirada periodística sobre la evolución política de la localidad.
📎 Fuentes: MPF Chubut, El Extremo Sur, Diario Crónica, archivo legislativo provincial, registros judiciales públicos y testimonios locales.