”La radio me dio identidad y el diario me dio disciplina”. Juan C. Astudillo.

En el Día del Periodista Deportivo, Río Mayo 1935 conversa con Juan Carlos Astudillo, un comunicador nacido en Río Mayo y radicado desde joven en Comodoro Rivadavia, donde formó su familia junto a Alicia Ester Soto. Con más de tres décadas de trayectoria, Astudillo es una de las voces más reconocidas del periodismo deportivo patagónico, un oficio que vive con la misma pasión con la que sigue cada transmisión, cada relato y cada historia del deporte regional.
Astudillo se formó en la práctica diaria, entre redacciones, transmisiones y coberturas. Su trayectoria está estrechamente ligada a Diario Crónica y Radio Crónica, medios desde los que consolidó una voz respetada dentro del periodismo deportivo comodorense. En la actualidad, continúa vinculado al Ente Autárquico Comodoro Deportes, desde el área de prensa, y ocupa además el cargo de vicepresidente de la Asociación de Prensa Deportiva de Comodoro Rivadavia (A.Pre.De.CR).
Aunque su trabajo abarca la amplia agenda del deporte regional, el boxeo y el automovilismo siempre ocuparon un lugar especial en su cobertura: dos disciplinas a las que dedicó innumerables notas, transmisiones y análisis, y que lo identifican dentro del ambiente periodístico patagónico.
Esta entrevista busca recorrer la vida profesional de un hombre que nunca perdió la pasión por contar el deporte desde adentro: con la mirada del cronista que se forma en la calle, el oído atento del relator y la memoria intacta de quien, desde Río Mayo, mantiene vivo su vínculo con la tierra que lo vio nacer.
“Fue duro empezar de cero y sin amigos, pero era la única forma de crecer”
Juan Carlos Astudillo nació el 3 de marzo de 1966 en Río Mayo. “Tengo lindos recuerdos: la pesca en el río, cuando nos tirábamos desde el puente viejo, las bicicleteadas, los partidos de papi fútbol cerca de la comisaría. En esos días mi amigo Omar Selesky nos tiraba manzanas desde su patio. Los fines de semana íbamos a bailar a Isidoro, jugábamos ping pong, básquet o voleibol en el gimnasio.”
Eran tiempos en que el deporte se organizaba de manera espontánea. “Nadie organizaba nada en Río Mayo, eso era un inconveniente para la juventud. Muy de vez en cuando había algún campeonato de vóley donde se integraban Gendarmería o el Ejército. Después empezaron a enseñar boxeo y karate, y hasta el comisario Quintana organizó torneos de fútbol. Era un excelente tipo, parecía Luis Landriscina contando cuentos.”
En la escuela secundaria nació su interés por comunicar. “Armamos un diario escolar. Queríamos comunicar cosas del colegio o del pueblo. Creo que incluso estaba Horacio Barrios, otro amigo de la vida. En alguna caja vieja todavía debo tener un ejemplar. Creo que ahí nació el interés por la comunicación.”
Ya entonces, escribir era para él un modo de entender el mundo: “Si me dicen que escriba sobre una silla vieja o una piedra en el río, puedo hacer que hable, que cuente su historia.”
A mediados de los ochenta decidió irse a Comodoro Rivadavia. “Me vine en 1986. En Río Mayo hacía poco que había llegado el gas natural, pero no tenía proyección de mejorar si me quedaba. Valoro mucho lo que después hizo Gabriel Salazar con el albergue municipal: en ese momento no teníamos esas oportunidades ni becas para estudiantes.”
“Me vine a vivir con mi padre, que trabajaba en Vialidad Nacional, a quien conocía muy poco. Terminé el secundario en el barrio Palazzo. Fue duro comenzar de cero y sin amigos, pero entendía que era la única forma de crecer.”
En Comodoro se inscribió en la Licenciatura en Comunicación Social, y allí comenzó a abrirse camino. “Desde el Departamento de Comunicación me ofrecieron una pasantía en Diario Crónica. Era por un mes en la sección Deportes, pero me dijeron que si andaba bien podía quedarme. Empecé cubriendo partidos de fútbol y al poco tiempo me ofrecieron quedarme efectivo. Acepté, aunque trabajaba como preceptor en la ENET N.º 1. Fue una decisión importante: sabía que el periodismo era lo mío.”

“La universidad me dio base, pero el trabajo me enseñó el oficio”
Astudillo sostiene que la universidad le dio base, pero el trabajo le enseñó el oficio. “La carrera te da las herramientas, pero el oficio se aprende trabajando. Llegué al tercer año y no pude terminar por los horarios. Hice cursos de locución, publicidad, marketing; todo lo que me pudiera servir, lo sumaba.”
En paralelo, la radio apareció como un espacio de libertad. “Las primeras prácticas fueron en el taller de Radiofónica de la Universidad. Después armamos un programa con unos compañeros en FM Viva. Duró poco, pero la idea era practicar, tirarse a la pileta.”
Poco después, en Radio Visión, integró el servicio informativo. “Hicieron una elección de voces: se presentaron unos 20 y solo quedarían 5. Quedé entre los cinco elegidos. Compartí equipo con Carlos Moreno, Florencia Perea, Saúl Gherscovici y Pablo Toledo. Fue un aprendizaje enorme.”
Más tarde, en Radio Crónica, llegó uno de sus proyectos más queridos: “Hice durante 13 años un programa llamado Clasificando, todo dedicado al deporte motor.” Allí consolidó su vínculo con el automovilismo, disciplina que lo marcaría para siempre. “Lo dejé cuando comencé a trabajar como jefe del Departamento de Prensa de Comodoro Deportes y la Dirección General de Deportes.”
“Mi trabajo fundamental, durante 31 años, lo realicé y lo sigo realizando en Diario Crónica, que hace unos meses cambió de propietarios. También estoy en el Ente Autárquico Comodoro Deportes.**”
De esa experiencia rescata el rigor del oficio: “El diario te enseña el rigor del cierre, los tiempos, la verificación. Te obliga a tener mirada y paciencia, porque lo que queda escrito, queda para siempre.”
“El mayor desafío fue estar en una ciudad sin conocer a nadie. Tuve que aprender a relacionarme, interactuar, comunicarme. Hoy me pasa que voy a mi pueblo y soy un desconocido, y eso es duro, pero también es normal al no estar de forma permanente.”

“No hay que quedarse quieto: hay que seguir aprendiendo”
A lo largo de su carrera entrevistó a figuras reconocidas y cubrió eventos de relevancia nacional, pero hubo uno que marcó un antes y un después.
“Un día me dicen en Crónica: ‘El TC 2000 hace 25 años que no viene a Trelew. Te paso tres teléfonos: Traverso, el Gurí Martínez, Tito Bessone y Ortelli. Llamalos y haceles una nota. El fin de semana vas a cubrir la competencia’. Viajé con Julio León, que hoy ya no está entre nosotros. Ese fue el momento de saber si servía o no para el periodismo deportivo.”
La radio fue su segundo hogar. “Recuerdo Fanáticos del Deporte, con Dick Almonacid, en Radio Crónica. Era un apasionado del fútbol de inferiores, del deporte en general, y nunca lo hizo por dinero. Lo hacía por vocación. Estuvo en Río Mayo; seguro algunos lo recordarán.”
“Tuve de compañero a Enrique ‘Quique’ Vera, que siguió más de doce años la Liga Nacional de Básquet y a Gimnasia y Esgrima, un maestro como relator. Y con Gustavo Rasgido hicimos muchas transmisiones, incluso una de boxeo en FM Municipal Río Mayo. La radio es eso: compañerismo, pasión y amistad.”
“Existe una técnica para decir y otra para escribir. En radio se necesita reiterar conceptos, hablar claro, en lenguaje coloquial. En la gráfica la estructura es distinta, más analítica. En la radio podés jugar con los sonidos, con el ambiente, con la imaginación de tu audiencia. La dicción es fundamental, aunque no tengas una gran voz. Y si te estás riendo, contale a tu audiencia de qué te reís, porque si no, es una falta de respeto.”
También reflexiona sobre cómo cambiaron las formas de narrar. “Para radio no ha cambiado mucho. Escucho a los colegas hacer siempre análisis parecidos; a veces cambian los enfoques, y ahí está el mayor valor. Solo el desafío es meter streaming, pero es un formato adicional. En la parte escrita sí cambió mucho: hoy las redes sociales dominan el mercado. El texto tiene que ser más medido, tener claridad y un título gancho que te atrape a leer. Escribir para redes o web no es lo mismo que escribir para un diario de papel, donde además influye el espacio que te deja la publicidad. Creo que se ha perdido mucho la lectura, pero eso tiene que ver con los planes de estudio a nivel gubernamental.”
Sobre el presente del periodismo deportivo, su mirada es optimista. “Hoy lo veo muy bien. Se están haciendo podcast, un formato fantástico. Se experimenta con streaming, donde a veces no podés ir al evento y un par de chicos te lo están contando. Se arman transmisiones, se animan, es prueba y error, pero está bien. La juventud domina la tecnología con naturalidad, pero uno no debe quedarse quieto: hay que seguir aprendiendo.”

Su reflexión final vuelve sobre el sentido profundo del oficio y su papel en la comunidad.
“Somos también formadores de opinión en el deporte; pintamos la realidad que vemos con nuestros ojos, en una mirada que tal vez no es la del oyente o espectador. Debemos seguir bregando por una juventud y personas saludables. Una nota, una entrevista, a muchos les cambia la vida y los deja con una sonrisa enorme de felicidad. Pero también es el orgullo de representar a tu barrio, tu pueblo, tu ciudad.”
Después de más de tres décadas de trabajo, Astudillo resume su mayor aprendizaje con sencillez:
“La clave está en saber escuchar. No es importante brillar con la pregunta, sino que el entrevistado pueda lucirse con la respuesta. Una buena nota puede estar a la vuelta de la esquina y salir de la boca de la persona más humilde.”
Y como mensaje a los jóvenes que se inician en el periodismo deportivo, deja una lección de humildad y perseverancia:
“Primero te debe gustar el deporte, sentir pasión por lo que hacés. Después, estudiar: no es negociable no terminar el secundario. La universidad es muy aconsejable y una especialización es clave. Todos los días trato de aprender algo nuevo, con la mente abierta y humildad. Las redes sociales hoy son fundamentales, y si no aprendés inteligencia artificial, serás un analfabeto en un futuro muy cercano.”
Quizás por eso muchos lo llaman —con respeto y cariño— el Cherquis patagónico: un periodista de raza, formado en la vieja escuela, pero con los pies firmes en el presente y la mirada puesta en el futuro.
Un hombre que encontró en el deporte no solo su oficio, sino también su manera de estar en el mundo.
Casado con Alicia Ester Soto, oriunda de Río Mayo, y padre de Ian Lucas (22) y Fiama Danira (17) —ambos nacidos en Comodoro Rivadavia—, Juan Carlos Astudillo construyó, entre la familia y el trabajo, una vida que refleja la constancia y la pasión de quien hizo de la comunicación una vocación para siempre.
